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Según como lo mires

Muchas veces habrás escuchado frases como “Lo más importante es la actitud”, o “A mal tiempo buena cara”.

Si te suelen salir mal las cosas o vives permanentemente esperando trabas e inconvenientes… tranquilo. Solo estás siendo pesimista.

Algo sumamente interesante sobre las personas que han tenido éxito en la vida, en el sentido de haber logrado vivir con plenitud, estar en paz consigo mismas, haber llevado adelante y concretado algún proyecto que las apasionaba, o sencillamente ser felices, es que siempre son personas que en algún punto de sus vidas confiaron en sí mismas, creyeron en sus posibilidades, y perseveraron.

Ser optimista significa que uno confía primero en sí mismo y luego en que los resultados de sus acciones, y los acontecimientos externos, van a ser óptimos, es decir, ideales, aunque no siempre sean los que uno esperaba. Y si esto último es el caso, el optimista no se deprime ni lamenta, sino que toma ese resultado y lo usa en su beneficio, aprende de él.

El optimista toma los “fracasos” simplemente como resultados diferentes a los que esperaba, sabiendo que son parte de ese camino de aprendizaje que es la vida. El pesimista en cambio tiende a enfocarse sólo en los resultados, y pierde de vista que lo verdaderamente importante es el camino y cómo lo recorremos.

El optimista toma los “fracasos” simplemente como resultados diferentes a los que esperaba, sabiendo que son parte de ese camino de aprendizaje que es la vida.

Ya desde el vamos, mantener una actitud positiva te pone de buen humor, te hace estar más alegre en cada momento, lo cual significa una diferencia abismal con la actitud negativa del pesimista, que por el mero hecho de estar siempre esperando lo peor, vive en un estado de permanente preocupación y enojo, de mal humor. ¿Por qué entonces algunos eligen esto último, siendo que cuesta el mismo esfuerzo mantener una actitud o la otra? La respuesta viene por el lado de los hábitos.

Las personas con tendencias pesimistas suelen llevar varios años con esa actitud, lo que implica que ya se les convirtió en un hábito arraigado. No vamos a indagar aquí en los motivos que llevan a la gente a comenzar con pensamientos pesimistas.

Los hábitos se crean por la repetición. Y lo más grave de tener un mal hábito mental, es que los pensamientos son creadores de realidad. Nuestro estado mental, los sentimientos y pensamientos que albergamos, funcionan como un imán, y atraen a nuestra vida situaciones y personas afines a ellos.

Así, cuando una persona ya lleva un cierto tiempo con una actitud pesimista, su realidad comienza a manifestarse negativamente, lo que tiende a reforzar esa mentalidad, generándose un círculo vicioso.

Los hábitos se crean por la repetición. Y lo más grave de tener un mal hábito mental, es que los pensamientos son creadores de realidad.

Por suerte los seres humanos tenemos la capacidad de darnos cuenta cuando nuestra vida no nos gusta, y, antes o después, podemos juntar el coraje para reconocer que algo anda mal y que necesitamos cambiar. Una vez asumido esto, muchos logramos armarnos de valor para emprender acciones concretas que nos conduzcan a un cambio positivo.

  • Observarse. Para cualquier transformación es necesario que antes te des cuenta dónde estás parado. Aprende a observar tus hábitos, tus mecanismos mentales y tus circuitos de pensamientos repetitivos para determinar con precisión qué es lo que querés cambiar.
  • Afirmaciones positivas. Es un método realmente muy antiguo. Los yoguis lo practicaban hace miles de años. Se trata de repetirte mentalmente o en voz alta, durante mucho tiempo, la cualidad que quieres cultivar. Por ejemplo, si es el miedo el que siempre te juega una mala pasada puedess repetirte: “soy valor”.
  • Ser agradecido. Esta es una actitud que, si es sincera, es muy poderosa. Siempre hay algo por lo que estar agradecidos. Agradecer nos lleva a valorar la vida, lo que tenemos, nuestras relaciones y a nosotros mismos.

El optimismo contagia, es atractivo, es positivo, es una fuerza arrolladora que empuja a los que logran interiorizar y convertirla en hábito. Y eso se logra de la misma manera que con el pesimismo, por repetición. No importa cuánto tiempo hayas practicado el negativismo, si empiezas hoy a cultivar su opuesto, paso a paso, con convicción y perseverancia, tarde o temprano serás un experto optimista.

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